Wittgenstein y los juegos del lenguaje.
¿Es posible extrapolar este concepto al ámbito de los contenidos de calidad en las páginas web?
Las actividades de la vida, los acontecimientos, conllevan el “enfrentamiento” del hombre con las cosas. Evidentemente, esto nos hace desarrollar una práctica y, por tanto, una técnica y habilidad que, según Wittgenstein, suponen un lenguaje, y este, un juego que siempre funciona con unas reglas.
Con este desarrollo Wittgenstein se aparta de sus primeros planteamientos sobre el lenguaje que tanto dieron que hablar en el Círculo de Viena y en la corriente del positivismo lógico del siglo XX tras la publicación del Tractatus.
Ya no hay, pues, un único lenguaje, el descriptivo, el formal; ya no hay un único juego, el de la lógica. Hay muchos lenguajes y muchos juegos que responden a ese “enfrentarse” a los acontecimientos.
Es distinto el lenguaje que se emplea en un bar, en la filosofía o en el programa Gran Hermano. Siempre habrá que usar palabras de acuerdo con la situación a la que se tenga que responder.
¿Es este concepto extrapolable a otro ámbito tan actual como es el posicionamiento y la optimización de una página web para así salir los primeros en los resultados de un buscador? Para el que está iniciado en esta labor van estas preguntas:
- ¿Cómo vamos a saber dirigirnos a un público del que desconocemos qué lenguaje utiliza?
- ¿No es fundamental saber usar las reglas del juego del lenguaje para generar buenos contenidos?
- ¿No se generan malas interpretaciones en los blogs por los usos del lenguaje y cómo los interpretamos?
Hay unas reglas, unos algoritmos que marcan las pautas que debemos seguir, pero no todo se queda en un lenguaje lógico y formal. Se necesita cierta “humanización” para llegar a la calidad en los contenidos. Es ahí donde hay que acudir a los juegos del lenguaje.
La génesis de los buenos contenidos está en saber de lo que se habla, esto es, imbuirse, profundizar en aquello que se escribirá después. Es muy fácil detectar contenidos pobres que no han tenido en cuenta a qué entorno social o a qué actividad se dirigen. Esto resta crédito, no genera confianza y disminuye la permanencia en un sitio web, lo que aumenta considerablemente el porcentaje de rebote.
Pero esto es mucho más proteico, está en continuo movimiento, ya que lo que hoy tiene vigencia mañana cae en desuso, según la historia, el ritmo de la vida. Para subsanar esto se acude a la optimización de los contenidos.
Como decía Wittgenstein: el lenguaje es un instrumento que puede ser usado para múltiples actividades: para escribir cuentos, para describir paisajes, para dar órdenes, hacer promesas, inventar historias, pronunciar discursos, etc. Aprovechemos ese carácter, esa idiosincrasia del lenguaje para realizar nuestra labor introductora de contenidos de calidad. Abogo por la transmisión de esa calidad, aunque no se lea, aunque se piense que sólo sirve para un fin: estar ahí, arriba, lo más cerca de la cabeza, justo después de los enlaces patrocinados.
La calidad de la sintaxis, ortografía, léxico, el estilo del texto y la claridad de aquello que se transmite es un valor en alza que los buscadores estiman más cada día y no me sorprendería que llegase un momento en el que las palabras clave pasen a otro plano y sólo sean meras introductoras para una indexación por parte de los robots, es decir, una invitación a pasar por tu casa de donde me marcharé inmediatamente si no me gusta tu mobiliario.
El resumen de todo quizá sea tener en cuenta que hay que analizar periódicamente el lenguaje con su pluralidad de usos y significados, a saber, los contenidos, el contexto y lo que queremos decir.
Autor: Alberto Flores.