La sociedad de la desinformación y la realidad virtual

Instrucciones para protegerse de los zombis en la sociedad de la desinformación y la realidad virtual.

Escuchamos hasta la saciedad en los medios de (des)información de masas a los representantes de los discursos oficiales que celebran como papagayos que nos encontramos en la sociedad del conocimiento y de la información. Les gusta usar un lenguaje hueco y vacio que clama por la necesidad imperiosa de seguir por la senda del progreso, el desarrollo y el crecimiento económico. Esos discursos parecen tener una fe ciega e injustificada en la ciencia y la tecnología moderna occidental. En realidad, se trata de discursos zombis y absurdos. Zombis porque hablan y actúan mecánicamente y sin pensar, como los monstruos y las máquinas. Absurdos en el sentido etimológico de la palabra (“sordo”) porque son incapaces de escuchar lo que sucede en la compleja realidad, que no se parece en nada a sus teorías reduccionistas, míticas e infantiles.

Pero qué ocurre si nos desconectamos del modo zombi por unos momentos y observamos atentamente. Qué ocurre si nos quitamos el cerumen de las orejas. Ocurre que comprobamos que el crecimiento económico constante es una meta imposible y ecocida en una biosfera finita y limitada. Ocurre que cuanto más produce y consume el ser humano más expande su metabolismo socioeconómico (llegando a desestabilizar el clima) y menos espacio deja para las demás formas de vida de las que en realidad depende para sobrevivir. Ocurre que cuando crece el Producto Interior Bruto global decrecen los sistemas vivos del planeta. Pero los zombis siguen hablando de la necesidad de crecimiento económico. Además, dicen que hay que globalizar el modelo y desarrollar a los subdesarrollados. Pero eso es otra tontería monumental por tratarse de algo imposible. Si todas las personas siguiesen el modelo de desarrollo de los países “desarrollados” basado en el crecimiento económico constante (producir y consumir cada vez más rápido) necesitaríamos la energía y los recursos de 4 planetas Tierra. Lo que en realidad ocurre es que los zombis de los países ricos tienen una huella ecológica más de 3 veces más grande que su territorio, por lo que necesitan extraer y saquear los recursos y energía de otros territorios para compensar dicha asimetría. Los zombis, ciegos y sordos, inventaron la globalización neoliberal para poder chupar cada vez con más ansia y avidez la sangre de otros pueblos y de la madre Tierra.

Pero los zombis dicen que todo está mejor que nunca porque nos encontramos en la sociedad del conocimiento y la información. Lo que no ven es que estamos inmersos en una extinción masiva de especies (se extinguen de 50 a 200 especies por día), es decir que la información real del planeta (información genética almacenada en la biodiversidad) está desapareciendo a un ritmo infernal mientras los zombis celebran la sociedad de la información. También está desapareciendo el conocimiento ancestral de las culturas indígenas al ser exterminado por la globalización zombi. Pero, no hay que preocuparse, claman los muertos vivientes, la tecnología mejora a cada momento, el progreso es imparable. La paradoja es que cuanto más definida, colorida y mejorada aparece la realidad virtual en nuestras pantallas táctiles más se degrada el territorio real del que depende nuestra supervivencia. La inmersión en la realidad virtual nos impide ver el deterioro del territorio real, que se va marchitando, extinguiendo, privatizando, transformando en mercancías… Todo tiene que ser explotado económicamente para el regocijo de los zombis, por ello todo se va convirtiendo en cemento y monocultivos venenosos, en plástico y basura, en aire irrespirable, en muerte. A eso le llaman desarrollo y progreso.

Menos mal que muchas culturas indígenas en Latinoamérica (y otros muchos lugares) tienen el antídoto contra los zombis. Lo llaman Buen Vivir (vivir en equilibrio recíproco y harmonía con la comunidad cósmica y biótica). En España también tenemos algunos cazadores de zombis a los que se debería prestar más atención. Hablan de decrecimiento, algo que los zombis no pueden concebir pues, para ellos, dejar de chupar la sangre humana y no humana del planeta de manera parasitaria y no recíproca supondría el fin.

Amigos, si quieren el antídoto anti-zombi lean a Joan Martínez Alier, Carlos Taibo, Ramón Fernández Durán, Joaquín Sempere, Fernando Cembranos o Yayo Herrero. La otra opción sería volvernos ciegos y sordos para abrazar la cultura zombi y seguir consumiéndolo todo hasta que no quede nada que destrozar y, entonces, los zombis se devoren entre ellos… lo cual ya parece estar pasando.

Autor: Iñaki Prádanos (profesor universitario de estudios hispánicos y ecocrítica en USA)